Es curioso como muchas películas antiguas muestran a la mujer como una persona fuerte, poderosa, inteligente e independiente y aun así los hombres en pantalla se dedican a ordenarle labores y a minusvalorar sus capacidades físicas e intelectuales. A ello se suma la autoconvicción de la mujer en la película de que obviamente tiene que dedicarse a esas aficiones consideradas femeninas y a realizar las labores del hogar.
Lo que el viento se llevó parece intentar mostrar un cambio en esa concepción que se tenía de la mujer, pero lo dibuja de manera tan suave que ese mensaje termina por borrarse y perderse.
En sus casi cuatro horas de duración, la protagonista, Scarlett (Vivien Leigh) muestra su egocentrismo y capacidad de supervivencia constante al tomar decisiones que la atañen únicamente a ella sin considerar a los demás. Esta actitud infantil, inmadura e irresponsable se encuentra en consonancia con el pensamiento masculino, heteronormativo y machista de la época, en la que la mujer necesita de una pareja (un hombre) para encarrilar su camino. Aun así, la otra parte de su actitud, la superviviente, analítica y previsora, es la que más se acerca a la concepción actual no solo de mujer, si no de persona (olvidemos las diferencias absurdas entre sexos y géneros), pues cada cual debe construirse como una persona autónoma y resolutiva, del mismo modo que la protagonista se construye a sí misma a lo largo de la cinta. Sin embargo, esa construcción puede torcerse y derivar en resaltar ciertas partes de la personalidad que no ayudan a la convivencia y a la vida en sociedad, causando problemas a largo plazo, como es el caso que aquí se muestra.
Además, las escenas románticas no logran llegar al espectador romántico actual, que ve una relación de poder y de intercambio de favores más que una auténtica relación amorosa, aunque los personajes digan una y otra vez lo enamorados que están, pues así parecía concebirse el amor en una época en las que los unos gozaban de más libertad que las otras.
Es interesante como la protagonista representa un tipo de persona que todos hemos conocido: alguien que, pese a decirle lo que creemos que hace mal y mostrarle sus errores, no consigue cambiar. Y es que este tipo de persona se centra en el pequeño problema del que le hablamos, en vez de observar el cuadro entero. Con cuadro me refiero a los patrones de conducta que se repiten a gran escala cada vez que esa persona, por ejemplo, tiene una relación con alguien, mantiene una conversación o no presta atención a la realización de un trabajo.
A pesar de ello, la postura que toma Scarlett en algunas circunstancias son dignas de estudio psicológico atendiendo a la personalidad egocéntrica de la protagonista. Esta postura es más afable, diligente y responsable, aunque su razón de ser es cuestionable, pues la personalidad de Scarlett viene y va como una marea según la situación lo precise. No obstante, puede llegar a entenderse por qué ciertos personajes actúan como lo hacen. Todo ello encuentra su sentido al ir contemplando las relaciones que se establecen entre Scarlett, Olivia (Melanie Hamilton), Ashley y Rhett, constituyendo un entresijo dramático de tomas de decisiones continuas en las que la protagonista puede elegir entre ser una niña mimada y orgullosa o una persona sensata, empática y consecuente con sus acciones.
Otro aspecto propio de la época es el racismo inherente. Todos los esclavos eran negros y todas las familias acomodadas eran blancas. Sin embargo, la película introduce un aire de fantasía al mostrar la felicidad y aceptación de los esclavos al realizar sus tareas diarias y al participar en una guerra que no es suya, si no de las familias a las que sirven. Además, en ningún momento se observa a ningún miembro blanco acomodado propinar castigos físicos a sus sirvientes y esclavos, represalias que eran constantes en la época.
Una vez tratado el romance y el racismo, solo queda un tema más que es el que ofrece el contexto necesario para entender las actitudes y opiniones de los personajes: la guerra. Y es que la película se ambienta en el antes, durante y después de la guerra de secesión o guerra civil estadounidense en la que se enfrentaron los Estados Confederados de América o Confederación, a favor de la esclavitud, y los Estados Unidos de América o Unión, en contra. Concretamente, la trama se desarrolla en un estado confederado, Georgia, y parece posicionarse a favor de la ideología de la Confederación, dibujando a la Unión como monstruos y rebeldes y llamándolos yanquis.
No por las razones aquí expuestas se debe cancelar o eliminar esta película porque, gracias a ella, conocemos una parte de la ideología imperante en una zona del mundo en una época determinada y, se quiera o no, es historia y libertad de expresión en un mundo donde la hipocresía imperaba por doquier.
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