Acostumbrados a películas con historias simples que, a pesar de poder predecir en cierto modo su final, no dejan de sorprendernos, irrumpió en nuestras salas una película que difícilmente pocas personas podrán olvidar. Brie Larson y Jacob Tremblay protagonizan una de las mejores películas del año pasado, galardonada con un OSCAR, un BAFTA, y un Golden Globe, entre otros premios.
Una habitación y dos protagonistas. En una primera impresión, y sin haber visto ningún trailer ni la película, puede parecer algo aburrida pero desde el comienzo hasta el final no deja en ningún momento de sorprendernos. Unos planos que asombran al ser usados en una única habitación, escenas iniciales que hacen que quieras saber más sobre el niño y su madre, una construcción de los personajes perfecta (un niño pequeño muy niño y una joven madre muy madre, ambos increíblemente bien interpretados).
El guión es excepcional, una de las mejores historias originales que se han visto en mucho tiempo, tanto es así que cuando aparecen los créditos finales no puedes levantarte de tu asiento sin más. Si se hiciera un cine-forum, es decir, si se visualizara esta película en una sala o en una clase y después se procediera a una charla o debate sobre ella, los temas que saldrían podrían ser numerosos: la relación entre la madre y el hijo (y a las relaciones de madres e hijos en general), la imaginación, el contacto con la sociedad, el descubrimiento de lo desconocido, la complejidad de las elecciones, y otros muchos temas más escondidos en la película que hacen que este largometraje sea uno de los más interesantes de este año pasado.
Pocos son los niños actores capaces de interpretar un papel y que no parezca una falsa obra de teatro de la escuela de la esquina. En este caso, Jacob consigue interpretar un papel tan difícil y complejo como es el de Jack, sus gritos, su incertidumbre, su felicidad, su ansiedad, su miedo, todos los sentimientos vividos por Jack en esta cinta son capaces de sentirlos el público. También Brie Larson ha bordado su papel de madre de Jack, intentando ser una madre normal en un ambiente angustioso y agobiante, lo cual es difícil de conseguir. Estos sentimientos tan bien recreados son acrecentados por un maravilloso equipo técnico que rueda esas escenas, las produce y las edita para que nos sintamos en esa habitación. Y ya, para que la película consiga ser la obra maestra en la que se ha convertido, se le añade una banda sonora que, introducida en sus justas escenas, harán las delicias de cualquier espectador cinéfilo o no que las vea.
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