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Tras la sombra de 1961 │ West Side Story (2021)

En estos últimos años, los musicales han abordado las pantallas y parece que no solo estamos asistiendo a una posible muerte del cine, como muchos cinéfilos y críticos afirman, si no también de las películas musicales debido al poco tráfico que puede observarse en las salas y en las estadísticas, representadas con más o menos exactitud en la escasa afluencia de espectadores a la nueva adaptación de West Side Story de Steven Spielberg.

Cualquier película dirigida por Spielberg debería suplir los gastos que la propia película ha reportado, sin embargo, nos encontramos en un escenario casi inaudito, pues esta adaptación no logró siquiera igualar su presupuesto, suponiendo grandes pérdidas para el estudio y convirtiéndose en uno de lo más grandes fracasos de Spielberg a nivel comercial. En cambio, la película como obra audiovisual es todo lo contrario a un fracaso, es una actualización del musical de Broadway, basándose en su espectáculo teatral con un nuevo enfoque muy cercano al estilo de su director.

Las comparaciones suelen ser odiosas pero es imposible no hacerlas en este caso en que su versión anterior de 1961 y esta otra comparten tanto. Además, ambas películas, y suscribo las palabras manifestadas en el podcast "Choquejuergas", dialogan entre sí de una manera muy agradable porque ambas contienen escenas preciosas y decisiones muy acertadas y, a su vez, otras que son mejores en una o en otra. Respecto a esto último, hay un artículo muy divertido de Javier Zurro que compara los números musicales de ambas películas y decide un ganador. Y si queréis conocer el recorrido histórico del musical y de las producciones de West Side Story, os recomiendo un artículo de Alberto Coronas (uno de los dos integrantes de Choquejuergas, junto a Marta Trivi) en el que repasa su historia hasta esta última película.


West Side Story de 1961 causó y sigue causando gran furor por su planteamiento inicial, mostrado en los primeros minutos de la cinta: una historia contada en base al baile. Es cierto que no bailan durante toda la película, pero la danza aparece en la mayoría de momentos en que la emoción es exaltada, como situaciones de furia, nerviosismo, alegría, chulería o vacile. En los momentos tristes no se recurre al baile, conservando así un aspecto más realista, de manera que en las situaciones en que nuestro cuerpo no para quieto, el baile surge por sí solo, mientras que desaparece en aquellas en las que el cuerpo se niega a moverse. Esto mismo ocurre en ambas versiones, aunque de manera más acentuada en la de 1961.

Este es el primer y principal problema que debo señalar de la versión de 2021. El baile pierde su fuerza emocional y se utiliza como si estuviéramos viendo un musical genérico más, sin entender cuándo los personajes recurren a la danza para transmitir lo que sucede tanto dentro de sí mismos como fuera. La película parece intentar copiar ciertos momentos icónicos de danza del musical de Broadway, cuya naturaleza parece irreconocible por lo anteriormente descrito. A pesar de ello, el nuevo enfoque aportado a los números musicales y a la narrativa es muy interesante y complementa (y en ocasiones mejora) a su versión anterior.


Esta película se centra más en criticar y condenar actitudes dañinas y perjudiciales para uno mismo y para los demás que su hermana mayor, cuya separación de 60 años ha permitido plantear y tratar varios de los temas centrales de la cinta de manera mucho más realista y actualizada, teniendo en cuenta la información que actualmente poseemos y los valores que se persiguen transmitir en la escuela y en la familia desde la infancia hasta la edad adulta. Dicho realismo es un enfoque que Spielberg parece haber decidido para mostrar de manera mucho más intensa todos los temas que en la versión de 1961 se tocan con menos profundidad. Debido a ello, Spielberg ha tenido que arriesgarse a no usar el baile para  ciertas situaciones en las que no quedaría realista la introducción de personajes bailando, como las peleas, lo cual mejora algunos aspectos narrativos y de intención crítica, pero degrada su aspecto creativo y pasional.

Otra cuestión diferenciadora, y que personalmente considero desventajosa, es el uso de la cámara y el lucimiento de los actores y actrices y de sus personajes. En la película de 1961 la cámara se mostraba mucho más rígida y los personajes eran quienes se encargaban de aportar el dinamismo a la trama, mientras que en esta adaptación la cámara aparece mucho más dinámica, como acostumbra el cine actual, restando así dinamismo y notoriedad a los personajes y a sus intérpretes, cuya actuación no alcanza el nivel deseado en todos los casos.

Los dos grandes protagonistas de la historia son María y Tony, interpretados por Rachel Zegler, en su primer papel en una película, y Ansel Elgort, ya conocido por Baby Driver (Edgar Wright, 2017) y Bajo la Misma Estrella (Josh Boone, 2014). Pese a la gran importancia de sus personajes, son las dos interpretaciones más mediocres de todas las que aparecen. La construcción del personaje de María parece el más simple de todos, lo cual no ayuda a la interpretación de Rachel, quien parece forzar ciertas expresiones y sentimientos, dificultando que se manifieste cualquier atisbo de emoción en el espectador y, por tanto, impidiendo que se conmueva. Sin embargo, su nivel vocal es muy superior a su compañera de papel del '61, Natalie Wood, surgiendo como una candidata ideal para interpretar a Christine en una futura película musical de El Fantasma de la Ópera.

En este sentido, resalto las palabras de Richard Brody en su reseña para The New Yorker, quien opina que "Spielberg dirige a Rachel para que actúe como si fuera una princesa de Disney, con expresiones faciales y vocales demasiado simplificadas que reflejan una sola emoción inequívoca a la vez"¹. Por otro lado, Mark Kermode, quien escribe para The Guardian, señala que su "actuación vibrante y natural justifica casi sin ayuda esta reimaginación del director Steven Spielberg"². Dos opiniones muy contrarias entre sí, que parece ser la tendencia en el público que ha visto la cinta.

Natalie Wood (izquierda) y Rachel Zegler (derecha) como María

Prácticamente en el mismo tono que Rachel se encuentra Ansel, cuya fuerza emocional es casi nula y no logra convencer del realismo de sus emociones pero, debido a la buena construcción teórica del personaje y al añadir más información sobre él y su pasado que la versión del '61, justificando así muchas de sus decisiones, consigue lograr un equilibrio que ni aporta ni resta a la cinta en comparación con la anterior versión. Richard Brody, en The New Yorker, expresa que Ansel "tiene un desconcierto juvenil en sus ojos y, si Spielberg estuviera interesado en la vida de Tony en lugar de comprobar todos sus motivos, esa cualidad podría haber sido muy efectiva"³. Además destaca que la diferencia de siete años de edad entre los protagonistas causa que "no haya química ni se sienta como una reunión de iguales", resaltando que la actitud de Tony hacia María es "casi paternal"⁴. En cambio, su habilidad en la danza sorprende al espectador, aunque, y como bien comenta Mark, "parece un poco torpe en comparación con sus homólogos de Jet"⁵ y concuerda con Richard en el carácter insípido que Ensel aporta a Tony.

Ansel Elgort (izquierda) y Richard Beymer (derecha) como Tony junto a María

Al contrario, Ariana DeBose y David Álvarez, quienes interpretan a Anita y Bernardo, respectivamente, roban la película y es imposible compararlos con sus versiones del '61, interpretadas por Rita Moreno y George Chakiris, pues ambas poseen su propia fuerza y estilo, abarcando toda la pantalla.

El personaje de Anita es el más maduro de la película y llega a un punto en que su fuerza dramática es devastadora, coronándola para muchos como la verdadera protagonista de la historia. Ese momento final de su personaje es mucho más potente y revelador en esta versión que en su antecesora, pues ahora se muestra necesario exponer dichos temas explícitamente. Además, como dato curioso, la actriz de Anita ha sido parte del elenco del musical Hamilton (2020).

Rita Moreno (izquierda) y Ariana Debose (derecha) como Anita

Por su parte, David Álvarez mejora el realismo de su personaje en comparación con el actor de padres griegos que lo encarnaba en el '61, olvidando así los estereotipos y prejuicios que se tenían de los latinoamericanos y puertorriqueños. El carácter chulesco pero cercano de su personaje hace que se vuelva uno de los más queridos de esta versión. A esto es necesario añadir sus espléndidos bailes y movimientos y su manera de encarar al personaje.

George Chakiris (izquierda) y David Álvarez (derecha) como Bernardo

Además de estos cuatro grandes protagonistas, cabe resaltar a dos personajes más: Riff y Valentina.

El aspecto chulesco pero infantil de Riff casa muy bien con el casting elegido para su personaje, interpretado por Mike Faist, pues su carácter justifica su apariencia, aunque en un principio, antes del estreno de la película, su estampa infantil-juvenil no parecía que fuera a convencer del todo.

Russ Tamblyn (izquierda) y Mike Faist (derecha) como Riff

Valentina, en cambio, es un personaje que emana nostalgia y emotividad, pues es interpretado por Rita Moreno, la Anita del '61, creando así una figura que establece muchas más relaciones con los temas raciales de discriminación e intolerancia. Otros temas por los que navega la película, confiriéndole un profundo interés para su análisis, son el autoconcepto, la discriminación por género, el abuso sexual y el uso de la violencia, entre otros.

Rita Moreno como Anita (izquierda) y como Valentina (derecha)

Por último, me gustaría centrar la atención en el espíritu de los musicales. Estos nacen de un mundo imaginario que, a pesar de su aparente lejanía con la realidad, tienen mucho más en común con ella que muchas otras producciones artísticas. Su capacidad innovadora y creativa permite tratar temas realmente profundos dejando al espectador un cúmulo de ideas que, como si de un sencillo puzle se tratara, puede hacerlas encajar por sí mismo para darse cuenta de los verdaderos temas escondidos en su interior. Esta característica propia de los musicales parece irse perdiendo en las últimas producciones cinematográficas, quedando evidente en una de las escenas de esta película que Richard describe del siguiente modo: "cuando Tony y Maria se ven en el baile en la película original, todo el gimnasio se desenfoca, dejándolos con una surrealista visión de túnel para cada uno de ellos. Después, el gimnasio se oscurece convirtiéndose en un espacio nocturno místico y la música cambia, y todo el escenario se vuelve deslumbrantemente romántico con la fuerza de su amor. En la nueva película, su encuentro es solo un cara a cara detrás de las gradas"⁶.


Notas a pie de página

¹ "Spielberg directs her to act like a Disney princess, with oversimplified facial and vocal expressions reflecting a single unambiguous emotion at a time. Ansel Elgort, as Tony, has a boyish bewilderment in his eyes, and, if Spielberg were interested in Tony’s life rather than his checklist of motives, that quality could have been used to great effect. But Elgort is also seven years older than Zegler, and his bearing toward her is nearly avuncular. There’s no chemistry, no sense of a meeting of equals" -Richard Brody

² "Hooray, then, for screen newcomer Rachel Zegler, who landed the lead role of Maria from an open casting call, and whose vibrantly natural performance almost singlehandedly justifies this “reimagining” from director Steven Spielberg" -Mark Kermode

³ "Ansel Elgort, as Tony, has a boyish bewilderment in his eyes, and, if Spielberg were interested in Tony’s life rather than his checklist of motives, that quality could have been used to great effect" -Richard Brody

"But Elgort is also seven years older than Zegler, and his bearing toward her is nearly avuncular. There’s no chemistry, no sense of a meeting of equals" -Richard Brody

"Elgort, a hoofer who literally danced his way through the opening credits of Baby Driver, seems somewhat flat-footed when compared to his springy Jet counterparts" -Mark Kermode

"When Tony and Maria see each other at the dance in the original, the entire gym goes out of focus, leaving them with a surrealistic kind of tunnel vision for each other. Then the gym darkens into a mystical night space and the music shifts, and the entire setting goes swooningly romantic with the force of their love. In the new film, their meeting is just a face-to-face behind the bleachers" -Richard Brody


Referencias documentales

Brody, Richard (14 de diciembre de 2021). Review: Steven Spielberg’s “West Side Story” Remake Is Worse Than the Original. The New Yorkerhttps://www.newyorker.com/culture/the-front-row/review-steven-spielbergs-west-side-story-remake-is-worse-than-the-original

 

Corona, Alberto (26 de diciembre de 2021). Someday, somewhere: ‘West Side Story’ y el fenómeno que emocionó a Spielberg. Cinemaníahttps://www.20minutos.es/cinemania/noticias/someday-somewhere-west-side-story-y-el-fenomeno-que-emociono-a-spielberg-4931585/

 

Kermode, Mark (12 de diciembre de 2021). West Side Story review – Spielberg’s remake takes off when it dances to its own tune. The Guardianhttps://www.theguardian.com/film/2021/dec/12/west-side-story-review-steven-spielberg

 

Zurro, Javier (26 de diciembre de 2021). El 'West Side Story' de Spielberg frente al de Wise: comparamos todos los números musicales. El Español.   https://www.elespanol.com/series/cine/20211226/west-side-story-spielberg-wise-comparamos-musicales/636936403_0.html

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