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Una cáscara preciosa casi vacía │ Avatar: The Way of Water (2022)

Tras una primera película completamente cerrada y perfecta de principio a fin, James Cameron vuelve a Pandora para estirar el chicle y seguir concienciando a las futuras y antiguas generaciones.

Avatar: The Way Of Water es "cine costumbrista ecológico alienígena de blockbuster", una descripción que inventé el mismo día tras verla y a la que me sigo aferrando, pues evoca tanto sus fortalezas como sus debilidades.

Ya hablamos en la reseña anterior del daño que puede hacer las expectativas al acercarnos a una nueva película y, en especial, a una película tan esperada como ésta. Sobre todo, se esperaba espectacularidad visual y una experiencia inmersiva en Pandora, lo cual se consigue ampliamente, pues sus efectos visuales son insuperables, excepto por el uso del HFR (High Frame Rate o Alta Frecuencia de Imagen), causando que ciertas escenas se vean a 48 FPS (frames per second o imágenes por segundo) y otras a 24 FPS. Dicho cambio hace parecer que la película no funciona correctamente, es decir, el movimiento pasa de ser suave a ser algo más borroso y, además, cuando los seres azules se mueven a 48 FPS se nota cierta limitación en sus movimientos como ocurre en los videojuegos, aunque dicha limitación desaparece en las escenas acuáticas, que es donde el HFR triunfa y alcanza con éxito esa experiencia inmersiva. Esperemos que este uso de los efectos visuales genere una respuesta positiva en las próximas grandes producciones audiovisuales, como las de Marvel o DC.

Si su punto álgido es su acabado estético, en contraposición se encuentra su mediocre guion, que carece de una justificación coherente en su desarrollo, tornándose infantil e incluso estúpido en varios momentos. La mayoría de los diálogos actúan como relleno, instándonos a pensar que sin ellos la cinta hubiera mejorado exponencialmente, pues en la propia película hay un lenguaje propio de la naturaleza, un lenguaje que no necesita palabras, de manera que si toda ella hubiera utilizado el menor diálogo posible y se hubiera centrado en su aspecto visual, sin recargar de mensajes obvios, repetitivos e innecesarios cada escena, el viaje por Pandora y por su mensaje hubiera sido una verdadera experiencia no solo cinematográfica, sino también personal. Sin embargo, para conseguir eso es necesario arriesgarse y lanzar al mundo algo diferente que podría encontrar barreras para sus futuras secuelas.

En este sentido, la trama y subtramas que componen la cinta pecan de demasiados tópicos que funcionaban años antes, pero que en el cine actual resultan aburridos por ser muy conocidos y trabajados en otras producciones. Además, el guion parece haber sido escrito en menos de una semana por sus diálogos infantiles y por la necesidad de acelerar mucho la trama, forzándola sin lógica, en unos momentos y desacelerarla hasta el punto de casi pararla en otros, en vez de buscar un equilibrio armonioso entre todas sus partes.

A pesar de ser un refrito de la primera película, tanto en la esencia del guion como en su mensaje, la cinta contiene ciertos momento de lucidez al tratar la vida en sociedad y el respeto por la naturaleza y seres marinos, siendo las escenas acuáticas las más poderosas de la cinta y las que mejor transmiten su mensaje ecológico.

En conclusión, Avatar: The Way of Water tiene escenas muy bien logradas y espectaculares que, con una buena edición y un guion bien trabajado, hubieran brillado mucho más de lo que ya brillan por sí solas, pero ya no solo brillarían esas escenas, sino toda la película y su poderoso mensaje. Y, al igual que con su precuela, como menciono en la reseña anterior, es posible que la narración busque un plano más intimista que puede que funcione mejor en la pantalla de casa que en la del cine.

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