Las bajas expectativas hacia ella pueden ayudar a disfrutar más de su propuesta, pues lejos de ser revolucionaria, logra lo que consiguió The Walk (Robert Zemeckis, 2015), aquella película protagonizada por Joseph Gordon-Levitt en la piel de un arriesgado equilibrista, al verla con las gafas de tres dimensiones.
Otro punto interesante y que se agradece en este tipo de largometrajes es que la cinta justifica cada decisión que sus personajes toman a medida que evoluciona y, aunque el desarrollo de las dos protagonistas en bastante superficial, intenta profundizar un poco en su relación para mantener el interés por ambas.
Además, la cinta guarda algunas sorpresas que cualquier persona aficionada a este tipo de películas encontrará reconfortante. Asimismo, su tratamiento recuerda a películas como 127 Hours (Danny Boyle, 2010) y Mine (Fabio Guaglione y Fabio Resinaro, 2016) pero, en este caso, la cinta es mucho más accesible y terrorífica.
Como punto negativo, hubiera estado bien haber presenciado toda la acción desde el punto de vista de las chicas, desde lo que ellas ven y sienten, pero a veces la cámara se aleja de ellas para mostrarnos de cerca otros lugares y personajes. Esta decisión actúa en su contra, pues hace al espectador desconectar del momento de estrés e incertidumbre y calificar a la cinta como "poco arriesgada" en un mundo audiovisual donde el espectador ávido ha visto multitud de estructuras narrativas parecidas y agradecería un compromiso absoluto con un tratamiento que apueste completamente por evocar ciertos sentimientos sin que se desinfle por querer mostrar otras partes de la trama que estorban en su consecución.
Por último, el mensaje que pretende transmitir la película no parece corresponderse con el que de verdad transmite, pues pasa por él rozándolo, terminando por dar el contrario. Ese mensaje que repiten varias veces, y que puede considerarse SPOILER de alguna manera (así que no lean estos últimos dos párrafos si no han visto la película y no quieren saber nada más de ella), es que hay que aprovechar cada momento para sentirnos vivos, es decir, los míticos "tempus fugit" y "carpe diem". Sin embargo, en la película, si terminas persiguiendo ese mensaje, puedes terminar arrepintiéndote de haberlo hecho, de manera que, al contrario que muchas películas basadas en estos dos tópicos literarios, la cinta ofrece el contraste a un mensaje que debe tratarse con atención según el plan o actividad que se vaya a realizar y las motivaciones que las incitan.
Ante el mensaje contradictorio que presenta la película, podemos extraer una interpretación diferente si la consideramos una metáfora. La subida a la torre puede significar el esfuerzo que requiere llegar a cierto punto de nuestras vidas, mientras que la bajada puede significar que, para continuar con nuestra vida, no podemos agarrarnos siempre a lo que nos acompañó en el pasado, si no que debemos buscar por nuestra cuenta otras formas de avanzar y de superar los obstáculos y, en el momento que ya no parezca que haya más soluciones a la vista, buscar ayuda a nuestro alrededor o aceptar la que nos llegue. También puede considerarse una metáfora sobre la salud mental, pues a veces llegamos sin darnos cuenta a un estado mental perjudicial para nuestra salud y, al intentar volver a un estado más favorable, no sabemos cómo hacerlo y nos sentimos perdidos y abatidos sin saber qué otro paso dar hasta que, o bien buscamos un apoyo para sanar o aparece una ayuda que aceptamos para mejorar.
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