En estos últimos años el cine español está ofreciendo varias producciones con temáticas, ambientes y mensajes que, para transmitirlos con la fuerza necesaria, únicamente podrían hacerse en el seno de nuestra cultura. Ese es el caso de una obra maestra de 2021 como es el El Buen Patrón (Fernando León de Aranoa, 2021) y de la película que nos ocupa: Las Niñas.
Esta cinta plantea un retrato del primer paso de la inocencia a la realidad más cercana, y quizá peligrosa, y todo lo que ello conlleva, concretándolo en la vida de una niña y su madre soltera en pleno 1992, año de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla.
La historia es contada de manera lenta y casi insustancial de no ser por la gravedad de los temas y situaciones que trata para unos años de vida en los que las experiencias vividas son clave en la formación de nuestra personalidad. Esa casi insustancialidad viene dada por la aparente simpleza de sus escenas que parecen formar parte de un pausado biopic (película biográfica) al uso.
Además, la película visibiliza la historia familiar que rodea a la niña protagonista, haciéndonos intuir las posiblemente difíciles decisiones que ha debido tomar su madre y ante las que la hija decide enfrentarse para buscar respuestas sobre sí misma y sobre lo que la rodea, constatando así la importancia de conocer el pasado para ser conscientes de nuestro presente y poder construir nuestro propio futuro de la manera más adecuada considerando todo nuestro bagaje familiar, personal y emocional.
Así pues, esta es una cinta bastante realista, que toca temas sutiles pero fundamentales para ciertas familias y en la que las actuaciones de las niñas parecen casi improvisadas y se asemejan a reacciones auténticas e ingenuas, confundiendo al espectador respecto a si sus interpretaciones son merecedoras de su valor como tal o son trucos de la directora para captar el lado más sincero de las actrices.
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