Después de casi dos años de espera por la pandemia, ya podemos disfrutar del punto y final de la saga de James Bond de Daniel Craig. Un final a la altura de las anteriores y que, por tanto, deleita al espectador con su fotografía y épica acción al mismo tiempo que lo aburre en determinadas escenas que se tornan un poco pesadas y lentas.
Daniel Craig ha sido el protagonista de una nueva etapa de James Bond que ha abarcado desde 2006 hasta 2021. Quince años que suponen el crecimiento de una generación para la que Daniel ha sido su James Bond. Sin embargo, a pesar de ser la versión más emocional e interesante del personaje, su recorrido ha tenido sus altos y sus bajos: destacan Casino Royale (2006), Skyfall (2012) y No Time to Die (2021), rozando el sobresaliente, seguidas por Quantum of Solace (2008), una película que se deja disfrutar sin pedir mucho a cambio, y quedando en último lugar Spectre (2015), en la que el guion presenta una historia y unas personajes de manera muy superficial con escenas en las que Bond actúa de una forma levemente distinta, pero notoria, a como nos lo han ido construyendo a lo largo de las tres anteriores películas y cuya historia, como la de sus precedentes, influye y es vital en su siguiente y última película.
A pesar de los altibajos, esta saga contiene varias de las mejores películas de acción que se han hecho en estos últimos años, no solo por sus escenas y fotografía si no también por la conexión existente entre ellas, lo que aporta un mayor realismo a la historia que permite una mejor construcción del personaje, con sus luces y sus sombras, y de sus relaciones con los personajes secundarios que lo acompañan en cada entrega.
No Time to Die es el mejor final que podrían haberle dado a esta etapa del personaje, pues además de incluir escenas de acción fantásticas y la mejor fotografía de la saga, rinde un cierto homenaje a las películas anteriores e incorpora a un nuevo villano para que los espectadores que no vieron el resto de películas o no se acuerden de ellas puedan disfrutar de ésta sin mayor problema, aunque sería mucho más enriquecedor para el espectador si realizara un visionado previo de los cuatro largometrajes anteriores para atar los últimos cabos de la saga.
Esta película podríamos dividirla en dos partes: una primera llena de escenas de acción que permiten avanzar la trama a un ritmo rápido sin perder la atención del espectador en ningún momento y una segunda en la que la acción desciende, dando paso a una parte más tranquila y ligeramente aburrida, en la cual el villano no ayuda a revitalizar el ritmo anteriormente dictado. Sin embargo, el final consigue sobreponerse a ese valle, permitiendo concluir la saga al nivel que se merece.
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