2018. Planeta Tierra. Las salas de cine se ven abarrotadas ante los estrenos de las películas más esperadas del año: los blockbusters de superhéroes y ciencia ficción. La audiencia decide posicionarse: o defienden y ven todas, o eligen bando. Esto es lo que ha pasado estos últimos años con las enormes franquicias y estas se han visto obligadas a combatir entre ellas. Hablamos, como no podía ser de otro modo, de Marvel vs. DC (y de Star Wars vs. Star Trek, aunque esta pelea mejor para una futura entrada).
La historia de Marvel y DC es una bonita historia de amor en la que los celos y la envidia deshicieron los sueños iniciales de Detective Comics, pero no se dieron por rendidos.
2008. La población de los países desarrollados se sorprenden ante la llegada a las pantallas de cine de Iron Man, una de las primeras películas serias de superhéroes de la que pueden disfrutar tanto adultos como adolescentes. Es cierto que ocho años antes, en el 2000, se estrenó X-Men, una de las primeras películas que introdujo a los superhéroes en las conversaciones diarias. Pero no fue hasta Iron Man cuando el ambiente oscuro, y a veces pesimista, de la primera trilogía de X-Men se convirtió en otro ambiente completamente distinto.
En Iron Man hay cabida para divertirse con la acción, el humor e incluso para reflexionar sobre cuestiones de moralidad que afectan al protagonista, Tony Stark. Con esta película nos introdujeron por primera vez a un superhéroe que iba a formar parte del gran universo de películas que Marvel estaba planeando: el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), o, en inglés, Marvel Cinematic Universe (MCU).
Debido a cuestiones legales relacionadas con los derechos de algunos personajes de los cómics de Marvel, los X-Men (que estaban en mano de los estudios de 20th Century Fox) se quedaron fuera de este existoso universo, al igual que las cinco primeras películas de acción real de Spiderman (en manos de los estudios de Sony).
A partir de Iron Man, se contaron tres historias más que explicaron el origen de los primeros superhéroes que iban a formar parte de Los Vengadores (2012): El Increíble Hulk (2008), Thor (2011) y Capitán América: El primer vengador (2011). Desde aquí se inicia un plan maestro, estrenando cada año nuevas películas de superhéroes interrelacionadas entre sí que llevan a todos sus protagonistas a perseguir un objetivo común.
Dividiendo sus películas por fases, podríamos decir que Marvel ha sabido ordenarlas para que el público se interesara por ellas, abriendo nuevos arcos de trama como si se tratase de una serie de televisión, en la que cada película es un episodio completamente diferente a los anteriores pero que se ven afectados entre ellos.
Sin embargo, el éxito de Marvel viene dado por un hecho muy interesante y posiblemente fortuito. Sus películas llegaron cuando aún el cine de superhéroes no estaba en auge, de modo que fueron los primeros en captar a la audiencia con sus primeras películas, haciendo que se interesaran por superhéroes y que siguieran viendo sus historias en el cine, a través de las conexiones que se establecían entre las películas para continuar con la historia. Aunque ya sabemos que su triunfo no sólo se debe a esa manera de entrar en el mercado cinematográfico. Su historia y sus escenas nos cautivan y nos hacen ir al cine para disfrutar como niños de sus aventuras. Y aquí comienza la historia de amor de la que hablábamos antes.
2016. Marzo. Ante el estreno de Batman v Superman: Amanecer de la Justicia, DC abre sus puertas a un universo extendido de películas, al mismo estilo de Marvel pero con una atmósfera más densa y sombría. Esto se debe al toque personal de Zack Snyder (300, Watchmen, Sucker Punch) cuyas películas se caracterizan por esa oscuridad. Pero ese no debería ser un problema para triunfar al igual que lo hizo Marvel. Entonces, ¿qué ha fallado?
Ese deseo de DC de tener su propio universo como Marvel le ha llevado a hacerlo de manera rápida y sin pensar verdaderamente en el público. Posiblemente, sus películas no vayan dirigidas a los niños ni a los adolescentes más jóvenes pues son películas que no buscan cautivarte, no quieren que las busques por lo espectacular de sus escenas ni por el cariño a sus personajes. Estamos ante películas que dividen la crítica y nos hace a muchos cuestionarnos: ¿es esto de verdad una película de superhéroes?
Acostumbrados a Marvel, las películas de DC se nos hacen extrañas y el primer impulso que se nos presenta es el de repulsa, pero no debería ser así pues ese es el estilo que ha elegido DC para sus películas ¿o no?
2016. Agosto. Escuadrón Suicida rompe con los moldes que nos había habituado Zack Snyder. Ahora los protagonistas no son tan serios y aburridos, no nos muestran sus historias personales de manera demasiado atroz y trágica. Ahora son divertidos y bromistas, y, lo más importante, son villanos. Con esta película nos dejan claros los límites: color, alegría y diversión para los malos, y tragedia, tristeza y oscuridad para los buenos. ¿Qué está pasando?
DC se ha salido de lo habitual, ha probado nuevos territorios y, a pesar de tener una buena cantidad de seguidores que la defienden, no está consiguiendo el triunfo de Marvel. Intenta crear ese universo pero las piezas del éxito no consiguen encajar. Su universo no está funcionando. Y el problema parece residir en que cuando vemos sus películas sentimos que no conocemos a los personajes que estamos viendo. Necesitamos información sobre ellos, queremos conocerlos, saber lo que piensan, por qué actúan como lo hacen. Buscamos profundidad en esos protagonistas y para ello, DC necesita presentarnos a esos personajes en películas en solitario, y esas películas deben profundizar en el personaje y no deben quedarse en un simple problema que hay que resolver.
El Hombre de Acero (2013) y Wonder Woman (2017) nos hablan de esos dos personajes durante dos horas y media pero se siguen sintiendo artificiales, no consiguen que la audiencia empatice verdaderamente con ellos, a pesar de ser Wonder Woman una de las mejores películas de DC, la cual al final cae en clichés baratos sin darse cuenta.
2017. Y llegamos a La liga de la justicia, un pobre intento de aunar a los mejores superhéroes de DC y presentarnos a dos más: Cyborg y Flash (al igual que pasó con Los Vengadores, donde nos presentaron a Ojo de Halcón y Viuda Negra). Sin embargo, sus diálogos aburridos y el típico ambiente de superhéroes acaba cansando al más fiel seguidor de este tipo de películas (aunque no niego que existan verdaderos fans). DC necesita renovarse, necesita engañarnos como ha hecho Marvel: deben presentarnos una historia típica y añadirle el toque secreto (vida y sorpresa), algo que no tiene DC.
Dos grandes franquicias con dos puntos de vistas muy diferentes. Una profundiza en sus protagonistas y acude al humor y al color para encantar al público, la otra busca las historias de superhéroes de siempre con superhéroes pintados como dioses casi invencibles que luchan por salvar la humanidad.
Ambas rompen los esquemas: Marvel nos muestra la naturaleza humana de los superhéroes; DC nos presenta esa peculiar antítesis entre los héroes y los villanos, acentuándo así el ambiente macabro presente en sus películas. Ambas deben ser respetadas pues cada una persigue un objetivo diferente, aunque la meta final no deja de ser llegar a la audiencia, meta que Marvel ha superado con creces.
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