Hace una semana me zambullí en el universo de Marvel empezando a leer los nuevos cómics pertenecientes al nuevo relazanzamiento editorial llamado Fresh Start. Cuando los terminé, tenía sed de más y recordé los comics de Old Man Logan que empezaron a publicarse en 2016. En el cómic número veinte recordé que me faltaba por ver una película de los X-Men que en su momento no me llamaba la atención pues me parecía que iba a ser una historia sosa y típica de Lobezno en Japón con samuráis, ninjas y poco más. ¡Y qué equivocado estaba!
No hay lugar a dudas que Lobezno es el personaje más querido por los fans de los X-Men, y eso no se debe solo al personaje en sí. Hugh Jackman lo representa maravillosamente (aunque con estar enfadado y triste a la vez, tener un cuerpo musculoso y ser un badass es suficiente para llevar a cabo el papel) y el estudio que llevó a cabo estas películas decidió centrarse más en este personaje (que en los cómics también tiene la misma importancia) en vez de en otros. Es el único mutante que ha tenido películas en solitario, lo que nos han permitido conocerlo y quererlo más (a pesar de su humor). Nos encanta su sentido de la justicia y el amor que entrega (a su manera) a sus verdaderos amigos (y a su amada).
La lucha continua de Lobezno con sus sentimientos y con las decisiones (voluntarias o no) que ha tomado en el pasado es un tema que se escucha de fondo en sus dos últimas películas (The Wolverine, 2013; Logan, 2017). En esta película, Logan se ve envuelto de manera inesperada en una aventura que le hace volver a Nagasaki (reviviendo en su cabeza la caída de la bomba atómica cuando estaba capturado por los japoneses) mientras los recuerdos de su amada Jean le persiguen.
"Esta vez Lobezno es verdaderamente vulnerable, su capacidad de regeneración se pierde poco a poco". Más o menos así me vendieron la película hace años y no consiguieron que me interesara y es que lo verdaderamente importante en esta película no es que no tenga su poder regenerativo, lo realmente interesante son sus escenas de acción, muy realistas y bien coreografiadas. También es interesante ver la evolución de los pensamientos de Logan sobre Jean aunque en esta película queremos más acción que un viaje introspectivo y emocional.
Al estar ambientada en Japón, no puede faltar la aparición de ninjas (o algo parecido) y parece ser que si hay guerreros ninjas, estos deben dar volteretas sin razón alguna aunque estén solo corriendo por el techo de una casa sin ser perseguidos. Con estas piruetas (que yo defiendo que son ineficaces e inservibles), la película parece adquirir tintes del cine de artes marciales pudiendo servir como una especie de homenaje.
Me declaro un gran fan del Lobezno de Hugh Jackman, sobre todo después de ver la obra maestra de Logan (2017) y es una pena que no vayamos a verlo más encarnándolo. De todas formas, se avecinan nuevas películas de este universo y seguramente nos sorprenderán como siempre hacen.
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