Del mismo modo que en sus predecesoras, poco importa lo que se cuente acerca de los monstruos de este universo, pues lo principal son las pequeñas historias de cada una de las personas que luchan por sobrevivir en un mundo cada vez más marchito, lo cual se puede extrapolar al desarrollo de la sociedad actual en la que, desde un terreno individual, la capacidad crítica palidece y se transforma en luchas de egos sobre temas banales y en la que se persigue la búsqueda de un reconocimiento ficticio y, desde un terreno general, la educación decae, no sólo en los centros educativos, sino también en las esferas gobernantes que muestran su irresponsabilidad y sus mentiras a plena luz del día porque la población ya se encuentra alienada.
En esta cinta nos centramos en la historia de Samira (Lupita Nyong'o), cuya motivación puede parecer al principio un poco absurda hasta que poco a poco va cobrando sentido. En su aventura particular se encuentra con Eric (Joseph Quinn), cuyo parecido facial con Robert Downey Jr. es inaudito, convirtiéndose ambos en un inesperado dúo que no únicamente se enfrenta a los monstruos del exterior. La labor actoral de ambos y la increíble fotografía son los grandes pilares que nos permiten disfrutar del desarrollo de una historia cada vez más dramática con curiosos toques humorísticos y con algunas escenas bastante angustiosas. Sin descubrir nada nuevo, la película cumple su propósito, responde a las expectativas y aporta ciertas sorpresas imprevistas en un guion que consigue iluminar el alma humana a pesar la devastación que la rodea.
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