Parece una carta de amor al cine de los 70 y los 80 porque toda su ambientación, su ritmo y edición crean un confort en el espectador que lo retrotrae a aquella época (a pesar de nunca haberla vivido). Dentro de este ambiente, el director juega con los elementos del cine clásico y con sus clichés al mismo tiempo que los personajes hacen comentarios sobre el mundo del cine, consiguiendo así alcanzar un excepcional metacine en el que la propia película actúa como reflexión sobre el cine actual (así como sobre el cine porno y de terror), sobre los espectadores y sobre algunos temas más que rodean a la realización cinematográfica y sus diferentes funciones para con el público al que va dirigida.
Cada una de las tres películas de esta trilogía pertenecen a géneros similares pero muy distintos entre sí, permitiendo así al director liberar su creatividad para ofrecer tres historias conectadas desde perspectivas diferentes. La primera, X (2022), es una película de terror al uso con sorpresas que rompen ese aspecto tradicional. La segunda, Pearl (2022), se aleja del terror típico para adentrarse en un terror incómodo, con una fuerte influencia de los comienzos del cine a color, basado en confrontar las reacciones del personaje mentalmente perturbado (debido a varias cuestiones personales) con las situaciones y personas que le rodean. Y por último, Maxxxine (2024) es una cinta de misterio con cierto toque policiaco que sigue manteniendo en su esencia el terror aunque algo más disipado.
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