Cruella, la malvada asesina de perros de 101 dálmatas, vuelve a las grandes y pequeñas pantallas protagonizando una película en la que se reinventa al personaje y se elimina esa característica maldad.
En estos últimos años, hemos podido presenciar una gran cantidad de nuevas versiones de películas Disney que parecen intentar actualizarse para adaptarse a la nueva mentalidad de la época actual como, por ejemplo, añadiendo un mayor protagonismo a Jasmín en la película de Aladdin de 2019, profundizando muy levemente en la sexualidad de LeFou en la película de La Bella y la Bestia de 2017 y cambiando al villano de la película de Mulán en la nueva versión de 2020 (destruyendo muchas reivindicaciones feministas que ya funcionaban en la película de animación de 1998).
En este caso, Cruella transforma al personaje convirtiéndola en una heroína con leves rasgos de vileza, cuya maldad radica en su determinación por conseguir el objetivo que quiere mientras toma ciertas decisiones rebeldes y trata algo indebidamente a algunos compañeros y amigos cercanos. Ese carácter vil se ve justificado a medida que vamos conociendo su infancia y los inesperados descubrimientos que la misma Cruella va hallando conforme avanza la película.
No es la Cruella que conocemos, pero es una Cruella muy divertida e interesante que, gracias a la más que adecuada banda sonora que la acompaña (y segunda protagonista de la película, pues sin ella dudo que pudiera funcionar tan bien como lo hace), contagia su leve aire de locura y nos incita a pedir más Cruella para el futuro.
Comentarios
Publicar un comentario