Después de una larga espera desde la aclamada Los Odiosos Ocho (2015), Tarantino resurge para demostrar una vez más su completo amor al cine con unos personajes algo distintos a lo que nos tiene acostumbrados y con cabida al amor hacia los personajes secundarios.
Dos historias paralelas, ambas con su punto justo de protagonismo, nos guían hacia un final común en el que, una vez más, los hechos reales no siguen su recurrido habitual, al igual que hizo con Malditos Bastardos (2009). Ese factor sorpresa, y que todos esperábamos ver de una forma u otra, consigue alzar la aparente neutra trama, pues no encontramos los grandes picos de acción típicos de Tarantino, cerrando la película con llave y guardándola en la colección de homenaje al cine de siempre.
Leonardo DiCaprio, interpretando a Rick Dalton, se confirma como un monstruo de la actuación, llevando a su personaje a reflexionar y a aprender sobre su fracaso profesional, acompañado de Cliff Booth, interpretado por Brad Pitt, apoyo imprescindible para Rick desde sus comienzos y cuya vida ha mantenido siempre una tónica algo loca que para el espectador es bastante misteriosa. Además, los dos protagonistas principales viven vidas muy distintas a pesar de haber trabajado juntos durante gran parte de su recorrido como profesionales, uno como actor principal y otro como doble de acción, haciendo notar así la diferencia entre la vida de una cara conocida y famosa y la de quién se oculta en las sombras pese a haber participado en la misma obra. En ambas profesiones se juegan su vida, uno literalmente y otro en el mundo social e interpretativo, ya que debe seguir actuando de forma original y perfecta con el fin de que quieran seguir requiriendo de sus interpretaciones para futuros proyectos.
Por otro lado, Margot Robbie interpreta a Sharon Tate, apareciendo unos escasos minutos en el largometraje, los cuales, sorprendentemente, le han servido para ser nominada a varios premios por su actuación. No quiero pasar por alto a Julia Butters, que interpreta a Trudi, una pequeña actriz que se cruza con Rick en un momento clave y vigoroso y cuya actuación no creo que deje a nadie indiferente.
La primera vez que vi la película en el cine, esperaba una obra al más puro estilo de Tarantino: acción, sangre, diálogos curiosos y aparentemente insulsos... Sin embargo, esa primera vez salí muy decepcionado, en gran parte por esas altas expectativas. En cambio, la segunda vez degusté cada escena como debía haberlo hecho en el cine. Tarantino vuelve a sorprender, recordando sus anteriores pasos y proporcionando una obra exquisita para los más fieles seguidores de este arte.
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