¿Qué ocurriría si The Walking Dead se cruzara con Cantando Bajo la Lluvia? Nacería una película absurdamente divertida para aquellos que nos encantan los musicales y el cine que no se toma demasiado en serio. Justamente esto es lo que ocurre con Anna y el Apocalipsis: una mezcla de película post-apocalíptica de zombies con película musical, ambientada en navidad e impregnada con bastantes toques surrealistas y alguno que otro cómico.
Después de haber visto la película tres veces (dos veces solo y una con mis padres), puedo concluir, sin riesgo a equivocarme, que la película se mantiene en pie gracias a sus canciones, las cuales, sin duda alguna, querrás escuchar durante los días siguientes a la visualización de la película. Al decir esto, estoy poniendo de manifiesto que la trama no es muy buena ya que se inspira directamente de las tramas de muchas películas de terror de serie B, pero el hecho de tener una trama simple permite que nos acomodemos y disfrutemos de los momentos musicales que están por venir y de las actuaciones sobreactuadas de los personajes arquetípicos de instituto: la protagonista inteligente que quiere estudiar fuera de la ciudad, el mejor amigo de la prota que está enamorado de ella, el macarra de turno que intenta ligar con la prota, la mejor amiga y su novio que demuestran que se encuentra en la etapa de la adolescencia, la rarita que parece estar un poco loca, el padre que está en contra de los deseos de su hija y el malvado director de instituto (papel interpretado por Paul Kaye, quién representó a Thoro en Game of Thrones).
Esta película no es una obra maestra ni tampoco es tan mala como para no recomendarla, pero sí que conviene ir a verla sin ninguna expectativa para que, desde esa neutralidad, te vaya cautivando poco a poco a medida que van apareciendo los diferentes números musicales. A través de ellos se habla de lo difícil que son las relaciones, de que el amor no es como en las películas, de cómo en un mundo tecnológico debemos levantar la cabeza y buscar nuestra voz más humana, de que tenemos que perseguir nuestros sueños y cambiar la perspectiva en que afrontamos nuestros problemas, de cómo muchos estudiantes pasan por el sistema educativo sin empaparse de él (aunque eso es difícil si el sistema no funciona correctamente) y, lo más importante, de cómo todos somos los protagonistas de nuestra propia película y tenemos que divertirnos y dar un gran espectáculo que merezca la pena vivir.
Personalmente, la película me encantó por la manera que tiene de tratar ciertos temas que me han tocado de cerca en el pasado, por su maravillosa banda sonora y por algunas escenas que no creo que olvide en mucho tiempo: veánse los números de las canciones Hollywood Ending, Turning My Life Around, Nothing's Gonna Stop Me Now y Give Them a Show. Una película navideña perfecta para disfrutar en este periodo vacacional.
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