La casa de Jack, así llamada en España, acortando su título original y olvidando que fue Jack quien la construyó, es una obra maestra - nótese aquí mi visión personal - del director y guionista Lars Von Trier, conocido por realizar películas algo polémicas y diferentes como Bailando en la oscuridad (2000), Dogville (2003), Anticristo (2009), Melancolía (2011) o Nynphomaniac (2013).
La película nos introduce en la cabeza de Jack, un asesino en serie durante los años setenta, mostrándonos varios de sus crímenes mientras, de una manera realmente asombrosa, vamos viajando con él en cada escena sintiendo sus propias emociones. A lo largo de la cinta, se nos va perfilando la figura de este asesino, haciendo así un estudio de personaje bastante complejo y original y mucho más profundo e interesante que la de la reciente Joker (2019) - otra obra maestra que nadie debe pasar por alto.
Algunas escenas son realmente incómodas, llegando a traspasar en más de una ocasión el límite moral de la ficción al mostrar ciertas situaciones grotescas que no estamos acostumbrados a ver en los productos digitales actuales. Vivimos en una época de corrección política en la que todo está medido para contentar a todos los colectivos, intentado ser lo más feminista e igualitario posible. Pero la realidad no agrada a todo el mundo y las películas y series de ficción deben reflejar eso de algún modo y no seguir la tendencia del típico camino de rosas de diversidad, aceptación y supuesta normalidad social que tan presente está en los productos de Disney y Netflix. Lars Von Trier lo hace, mostrando los aspectos más crueles y oscuros del ser humano, reflexionando sobre ellos y haciendo partícipe al espectador de esta reflexión que fácilmente se puede extrapolar a nuestra realidad y a nuestro día a día.
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