La carrera de Ari Aster se mantiene brillante. Su última película, Beau tiene miedo (2023), muestra su faceta más creativa y alegórica, creando un ambiente de ansiedad y abatimiento perpetuo a medida que acompañamos a Beau al fondo de su alma.
Con su nueva película, parecía que cambiaba de tercio y abandonaba su amado género de terror. Sin embargo, toda la película está impregnada de otro tipo de terror mucho más cercano y real.
La película representa la situación social en la que se encontraba el mundo en la época del COVID, concretamente la situación ideológica, haciendo revivir al espectador esas sensaciones incómodas en las que nos vimos rodeados. La cinta se centra ya no sólo en representar sino en criticar todas las actitudes estúpidas y manipulativas que a día de hoy siguen existiendo, sirviendo no sólo como un ensayo de la visión del autor sobre EE.UU., regurgitando un odio profundo a las dinámicas políticas y sociales que se retroalimentan entre sí, sino también como una base sobre la que construir ideas para no caer en trampas ideológicas y para crear una sociedad o un círculo social más crítico con lo que nos rodea y menos influenciable.
El protagonista de la película es Joaquin Phoenix, cuyo personaje se basa en no pensar demasiado y en sacar conclusiones precipitadas, siendo esa actitud uno de los motores de la trama. A ello se añaden reflexiones sobre la manipulación, el clickbait, el racismo, el bitcoin, las conspiraciones, el privilegio, el movimiento MAGA (de Donald Trump) y el negacionismo, entre otros muchos temas, creando en el espectador una sensación de cara a su propia realidad de no saber ya lo que es real y lo que no. Exactamente como vivimos ahora.


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